Buscan autoridades revertir el éxodo de pobladores por la violencia Ciudad Mier, Tamaulipas (21 noviembre 2010).- Las calles mantienen su aspecto desolado, sin tráfico vehicular o peatonal, pero la llegada de elementos de la Marina ha traído un respiro a esta comunidad devastada por la narcoguerra que padece la frontera tamaulipeca. Desde hace unos días, informó un capitán, los marinos tienen sitiadas las entradas y salidas a este municipio, donde aplican revisiones y buscan dar seguridad para que la población regrese.
Para este propósito, dijo el mando, la Marina no les fijó un tiempo, pero sí les dio una orden: trabajar las 24 horas sin descanso. "Adentro del pueblo van a andar los militares, igual por las brechas, la orden es dar la mayor seguridad posible", expresó. Ayer arribaron más efectivos, quienes se dedicaron a construir barricadas ante la posibilidad de agresiones de grupos del crimen organizado. El mando agregó que también han sido distribuidos marinos en las diferentes entradas al pueblo y que tendrán vigiladas las carreteras a Nuevo Laredo, Monterrey y Miguel Alemán. Grupo Reforma publicó el 14 de noviembre que al menos 3 mil elementos del Ejército, la Marina y la Policía Federal fueron movilizados para reforzar a la zona fronteriza azotada desde principios de año por una ola violenta del crimen organizado. Sin embargo, hacer que la población vuelva a sus hogares no será fácil. Otrora "Pueblo Mágico", esta comunidad sigue siendo un pueblo fantasma. Desde la entrada del pueblo se nota la violencia que sufrieron sus habitantes antes de emprender el éxodo: su letrero de bienvenida parece coladera, por las perforaciones de bala. Más adelante, la sede de la Policía suma ya 10 meses destrozada e incendiada. En la oficina de la subdelegación de Tránsito y Vialidad también se observan múltiples perforaciones de bala, lo mismo que en otras oficinas, casas y negocios. Desde febrero, la Ciudad de Mier se convirtió en la zona donde grupos del crimen organizado se disputan la plaza y, según los desplazados, la contienda se recrudeció en septiembre. Entrevistados en un albergue de la vecina Miguel Alemán, desplazados coincidieron que mantienen su temor pese a la vigilancia federal. "Nosotros no nos vamos hasta que veamos que ya todo está normal, dicen que llegaron los marinos. ¿Pero allí van a estar en las noches?", se cuestiona María Rosa Velia. "Un señor vecino se murió del susto, se metieron a su casa, los iban persiguiendo y allí se balacearon, el señor se murió del susto". Las últimas balaceras provocaron terror entre los habitantes de Mier, ya que los pistoleros entraban a las casas a esconderse sin importarles la vida de sus moradores, por lo que decidieron salir huyendo de ese pueblo. "Se metían a las casas a esconderse, te rompían todo o se llevaban lo que tenías, de comer o de muebles, cuando empezó a pasar eso, yo dije, ya estuvo bueno, mejor nos vamos", narra otra mujer.
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